Retomo los "Despertares", pues hace tiempo que olvidados los dejé y veo que tengo unos cuantos en el cajón. Éste es de "El Caballero" a su dama.
Buenos Días, Mi Dama Bella.
Sabedor de vuestra enfermedad,
y al no poder hallar consuelo
por esta distancia que nos separa
y me mantiene de vos alejado,
sólo me queda imaginaros
junto a mi y soñaros.
Y es sueño tan real y deseado
que heme
aquí, mirándoos
desde los pies de
vuestro lecho,
velando por vos.
No es menester que claridad
alguna
penetre al aposento
y perturbe
vuestro bello sueño,
pues ahora en
vos, éste, se encuentra
bien hallado y
reposado,
y vuestro rostro contento
por el beneficio
del descanso.
Caprichosa y malvada, la vida,
postrada en cama os tiene,
mas tened fe, mi dama,
que pronto estaréis sana
y pasearéis de nuevo vuestra belleza
por calles y plazas.
Qué recuerdos a mi memoria vienen,
cuando de vos me
enamoré
por vez
primera,
cuando al volver mi rostro,
un día en el mercado,
os vi con esos
andares vuestros,
que no pude
resistir
visión tan celestial,
pues me
parecisteis ángel
danzando entre el gentío del lugar,
entre nubes del cielo.
Y ahora,
en este lecho que os acuna,
os miro y no
puedo reprimir
mi amor por vos
en toda la
grandeza
que mis
sentimientos me permiten,
y que os
aseguro,
jurando por mi
honor de caballero,
que no es poco;
y que si pequeño,
mi amor se os quedara,
en jamás de los
jamases
existiría ni
querría el perdón;
mas bien vagaría en pena
noche y día
lamentando
craso error.
Sabed, por
último,
mi bella
doncella,
que aunque en sueños,
como
guardián enamorado,
toda la noche
he velado
vuestros sueños,
al igual que
mis armas velé,
noche entera,
para
convertirme en caballero.
Y ahora, ya al
alba,
a la hora en
que los gallos
recitan su
despertar
a los primeros
rayos de sol,
mi alma se
apacigua pensando
que, por
vuestro descanso,
ha merecido la
pena
mi vigilia por
vos.
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